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La señorita con las tripas de fuera

Hay muchas cosas que quisiera escribir aquí ahora pero no tengo un orden determinado. El año empieza con mi pequeña oficina de los sábados por la noche siendo relocalizada cada semana debido a las obras en el camellón de Chapultepec, los dos últimos sábados han sido desoladores porque donde estamos casi no pasa gente y hay broncas para tener buena luz ( Hidalgo y Justo Sierra, Justo Sierra y Av. México ) con todo, esta situación ha servido para conocer más a mis compañeros del grupo y plantearnos que vamos a hacer, por lo pronto ya fuí a exponer nuestra situación a la radio.
Mi ciudad está siendo sistemáticamente perforada, rota, operada, agujereada, destrozada, sus tripas desparramadas por donde se realizan obras para lograr ” un bien mayor “, es como observar una cirugía siendo ejecutada por alguien con la pericia de un niño de dos años vomitando. Si estas personas a cargo tienen un gran plan maestro en el que todo está calculado milimétricamente no se nota nada. Los árboles de la avenida Chapultepec, responsables en un 90% de la atmósfera y belleza de esta vía están en grave riesgo, sus raíces no son suficientemente profundas y sin la solidez que a la tierra brinda la jardinera se están tambaleando. Obviamente esto no fué tomado en cuenta, ni tampoco que iba a pasar con nosotros, ni con el tráfico, ni con los vecinos ni las demás personas que tienen su actividad económica alrededor de la avenida. La autoridad tiene toda mi comprensión, sabemos que si las obras salen bien todos quedaremos mejor, lo único que pido es sensibilidad.

Ya tengo en mi cochera los enormes bastidores para mis encargos, ahí están, bien quietecitos esperando que los vistan mientras yo tengo mucha chamba, y pienso Se me van a llenar las manos de ampollas cuando tense las telas, Tengo que forrar de periódico todo el piso cuando las imprima, Lo bueno es que no hay prisa, tienen que quedar fregones.

Tenía años de no jugar pacman en una maquinita y anoche lo hice, una amiga y yo fuimos a un local de pizzas y tras atascarnos de sal y azúcar refinada ( refrescos con refill ilimitado) nos enfilamos hacia el área de juegos, la señora pacman me esperaba en el fondo con su ritmo frenético y mientras jugábamos al disco deslizable mi amiga en un extremo de la mesa y yo en el otro le machacamos sin querer los dedos a una niñita que metió la mano en el área de juego. Ups.
¿ Dónde estaba su mamá ?

Soy muy joven, y dentro de 40 años lo seguiré siendo mientras siga disfrutando de las maquinitas.

Los mantengo al tanto de el nómada sector de pintores del Paseo Chapultepec.